La Biblia es un gran compilado de historias. Una de ellas narra el frustrado intento de Abraham por salvar a los habitantes de Sodoma y de Gomorra. Dios se disponía a eliminarlos, a raíz de la vida pecaminosa que llevaban. Abraham clamó por ellos, y desafió a Dios; le preguntó si permitiría que los 50 justos que acaso vivían allí paguen por culpa de los impíos. Dios dijo que no; que si hallaba esa cantidad de justos no destruiría las ciudades. Abraham fue más prudente, y empezó a bajar el número de potenciales justos. Finalmente, preguntó a Dios si acabaría con los pobladores en caso de que encontrase 10 justos. Dios prometió que perdonaría a todos si hallaba esa decena de hombres. El texto cierra con Sodoma y Gomorra destruidas: no habitaban en ellas 10 justos.
Algo similar ocurre con la Asamblea Universitaria. Los ojos de la comunidad de la UNT, como mínimo, se posaron sobre sus integrantes durante los últimos días; y aunque durante todo este tiempo circuló un sinnúmero de rumores que sugerían una francachela de prebendas y de aprietes, no hubo 10 asambleístas que buscaran salir de ese barro. El domingo pasado, en una columna de opinión, LA GACETA expuso ese escenario de tejes y de manejes. Los asambleístas dejaron pasar el lunes, el martes, el miércoles y ayer. Durante esos días podrían haberse reunido para emitir, al menos, un comunicado que separe sus nombres de la sospecha. Cabe esperar que, como también se sugirió en esa columna, hoy se elija rector mediante el voto secreto, como en 2010. Esa práctica no ayudará a encontrar a los hombres justos.